Soy madre de un hijo con síndrome de Down
Soy madre de un hijo con síndrome de Down
Eugenia

Escrito por Eugenia Galante el jueves 05 septiembre 2024

Tiempo estimado de lectura ~ 7 minutos

Un regalo inesperado

 

Si de algo me siento orgullosa en la vida es de mis hijos. Cada uno es un prodigio y un desafío, cada uno ocupa un lugar especial en mi corazón, cada uno me ayuda a avanzar en la vida. Y en esto, debo reconocer que Pablo es un campeón. 

Pablo es el pequeño de cuatro hermanos y tiene síndrome de Down. Me gusta pensar que fue un premio, de esos que se merecen, un regalo inesperado. Pablo, además, nació con una grave malformación cardíaca. Es un superviviente dotado de una fuerza vital que ya quisieran muchos.

Ser madre te cambia la vida de por sí. Ser madre de un hijo con discapacidad te la cambia un poquito más, para bien y mucho mejor, siempre y cuando estés dispuesto a aceptar caminar por senderos diferentes y olvidar las comparaciones inútiles. A cambio, recibes un chute de amor permanente y un curso de plena consciencia acelerado. Es un camino que se construye poco a poco, a base de mucho amor, aceptación y resiliencia. Como todas las cosas buenas y que importan, no es un camino fácil, es exigente y, a veces, cuesta arriba. Por eso es importante caminar bien acompañado.

Yo he tenido la suerte de caminar bien acompañada de familiares y amigos y de haber conseguido rodearme de profesionales que me han ayudado a superar muchos obstáculos. Pablo es ahora un adulto y cuando miro atrás me doy cuenta del camino recorrido. Estoy orgullosa de la familia que hemos construido y profundamente agradecida por todo. No tengo la pretensión de poder ayudar a nadie, simplemente compartir mi experiencia personal como madre de un joven con síndrome de Down. Sí, se puede ser muy, pero que muy feliz siendo madre de un hijo con discapacidad. Se puede ser feliz teniendo un hermano con discapacidad. Se puede ser feliz como pareja teniendo un hijo con discapacidad. Se puede ser feliz como familia y sumar en muchos aspectos. No pretendo negar las dificultades, ¿quién no las tiene?, solo quiero ponerlas en el lugar que les corresponde, que no es el centro. Nuestra vida está llena de pequeñas victorias cotidianas que saboreamos el doble porque somos conscientes de lo que significan y lo que han costado. Y eso, no tiene precio. 

En el próximo artículo hablaré sobre el anuncio de la discapacidad, un momento muy delicado para los padres y que merecería más atención por parte de los profesionales y del entorno. 

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